Sea infeliz en cinco pasos
Soy más sociable de lo que quisiera reconocer. Me gusta pensar (y pregonar) que odio hablar con la gente, pero la verdad es que no y la prueba está en que el viernes pasado no resistí las ganas de platicar con un taxista.
Pero ésta no es otra tonta historia de taxistas. O a lo mejor sí, pero viajo poquísimo en taxi y lo que el hombre me contó lo consideré un digno ejemplo de lo que hay que hacer para convertirse en el ser más desgraciado en la Tierra. Fácil y al alcance de sus manos.
Se los voy contando por pasos, en cinco sencillos puntos para que repliquen su modelo si, como les digo, desean hacer de sus días una auténtica calamidad.
Paso 1. Tenga poca confianza en sí mismo. La autoestima sólo le estorbará si lo que busca es ser infeliz.
Según el taxista, siempre tuvo mala suerte con las mujeres. Nunca una mujer le hizo caso. Siempre lo trataban mal, lo hacían menos, lo hicieron sentir feo y despreciable. Eso lo deprimió al grado de dejar la escuela. Terminó la prepa y no quiso continuar porque se le hacía difícil conocer gente nueva.
Paso 2. Siéntase siempre influenciado por las opiniones de los demás. Hacer caso a lo que otros dicen o hacen es elemental para ser un verdadero desgraciado.
Para colmo, me contaba el taxista, todos sus amigos tenían novia, algunos incluso ya se estaban casando. Él se sentía desesperado y confundido: «Yo no sabía, y a la fecha no sé, qué es lo que está mal conmigo», me dijo. En ese entonces tenía 19 años.
Paso 3. Busque falsas salidas a sus problemas.
Como dejó de estudiar y estaba deprimido, se acercó a la iglesia. Era voluntario en un grupo de jóvenes donde conoció nuevas personas. El problema es que no conoció precisamente a las indicadas.
«De entre tantos jovencitos yo me hice amigo de uno que no era jovencito, era un coordinador y ya era bastante más grande que yo pero me cayó bien porque me ofreció trabajo en su cafetería, donde conocí a mi esposa», me platicó.
Paso 4. No se enamore.
Ella era 10 años mayor que él, tenía ya dos hijas y estaba casada cuando la conoció: «Ha sido la única mujer que me ha hecho caso. Ahora creo que me tendió una trampa, pero es buena conmigo y me hace de comer. Lo malo es que ya no tiene paciencia para nuestro hijo de seis años. Siempre dice que está cansada y, ya sabe, es esa señora gorda y fodonga que lo recibe a uno con quejas y regaños, pero me cuida y ante todo es buena persona».
Paso 5. Confórmese.
El taxista me dijo que le hubiera gustado estudiar Física, que se arrepiente de casarse con su esposa y que de haber sabido que existía Uber a lo mejor se hubiera hecho de un carrito en vez de estar pagando el taxi. Según él, todavía tiene mala suerte con las mujeres pero ya no le importa porque tiene a su esposa y a su hijo.
Fin.

Este pobre hombre con todas las ganas de triunfar
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muy bueno Cora y muy cierto felicidades
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