Espero que sigamos siendo amigos
Fue mi amor de la universidad, mi crush, pues. Me parecía tan atractivo, equilibrado, creativo, honesto, completo que, desde que supe que quería ser periodista, soñé con ser reportera en Reforma.
Así que, cuando apliqué para el Taller de Redacción de Reforma y me aceptaron, fue como si el más guapo de los guapos me hubiera invitado a salir.
Suena cursi, pero les juro que fue un verano inolvidable. Cuando pasaba por el salón donde impartían el taller, todavía olía a mis vacaciones de 2011, a las galletas, al café quemado y al aire acondicionado a tope.
Después de eso las cosas se pusieron serias, dimos el siguiente paso y me contrataron.
A partir de entonces pasé por las etapas comunes en una relación.
Inicié enamoradísima de Reforma. Luego, con la convivencia diaria, salieron los defectos, los suyos y los míos; hubo viajes, pleitos, fiestas, crisis, aprendizajes, crecimiento.
Cinco años después, mi relación con Reforma se volvió estable. Nos convertimos en una de esas parejas que se quieren y se detestan.
Y en eso estábamos cuando entró un tercero (¿en discordia?).
Conocí a alguien más.
Me voy, Reforma. Hay alguien más, alguien con ventanas.
No me voy enojada, si acaso desilusionada. Le echamos ganas pero al final no funcionó.
Me voy contenta, satisfecha, confiada y agradecida.
Adiós, Reforma. Espero que sigamos siendo amigos.